vacaciones abuelos tóxicos
S.O.S Vacaciones con abuelos tóxicos

FECHA

Dicen que quien tiene un abuelo tiene un tesoro, pero por desgracia, no siempre es así. Ya está aquí el verano y con esta época del año también llegan las temidas vacaciones familiares. 

Hay sesiones en las que atiendo a familias que cuentan con algún abuelo, abuela o familiar con comportamientos tóxicos como pueden ser los ninguneos, hacer lo que quieren cuando quieren, chantajes, amenazas a los niños, secretos o mentiras…

Por lo que acabamos “sufriendo” estas relaciones familiares, llegando a sentir mucha angustia o estrés al pensar en las épocas vacacionales o eventos que no podemos eludir y en los que tenemos que lidiar con los comentarios, actitudes, acciones o comportamientos de los abuelos.

Un tema tabú aún en nuestros días, que muchas familias sufren en silencio pero que está ahí y puede llegar a generar mucho malestar y dolor en las familias hasta el punto de convertirse en un conflicto para la pareja con graves consecuencias.

Así que hoy vamos a ponerle nombre para visibilizarlo, identificarlo y, también, construir puentes que nos permitan crecer como personas, familia, padres y abuelos, sobre todo por nuestra salud emocional, la de nuestros peques y para poder disfrutar de las vacaciones familiares, en calma.

Nuestras expectativas nos juegan malas pasadas

Un tema polémico donde los haya por la interpretación que pueda hacer cada uno y porque podemos llegar a sentirnos juzgados o atacados. La toxicidad es una etiqueta que no suele gustar, ni para utilizarla ni que nos la pongan, pero tengo que decir que sí, los abuelos con comportamientos tóxicos existen, y en muchas ocasiones, están más cerca de lo que nos imaginamos.

Así que como fiel defensora de los abuelos que soy, voy a intentar tratar el tema desde la máxima calma, empatía y conexión que tengo en mi interior para alentar, dentro de lo posible, a trazar puentes en vez de destruirlos, que podáis mejorar la relación con los abuelos y así, que los niños puedan conservar en sus memorias y corazones esos momentos mágicos jugando, escuchando, aprendiendo y disfrutando de sus abuelos y abuelas.

Pero la verdad es que esta visión idílica en muchas ocasiones se aleja mucho de la realidad de muchas familias y es necesario que les pongamos luz, empatizar con ellas, entender el grado de sufrimiento que a veces crean estos comportamientos de los abuelos y que hacen que las familias se sientan juzgadas, criticadas, rechazadas o ninguneadas. 

Es importante que seamos conscientes de que estos comportamientos tóxicos existen, que es algo muy doloroso para quien lo vive y que hay veces que nos cuesta reconocer, asumir y aceptar que nuestro padre o madre, esos referentes por los que tanto amor incondicional sentimos, puedan llegar a comportarse así, perjudicándonos y haciéndonos sentir mal tanto a nosotros como a nuestras parejas e hijos.

Me llegan a consulta casos de parejas que lo están pasando muy mal por culpa de estos comportamientos tóxicos que lejos de nutrir, aportar y conectar solo crean fisuras, grietas e incluso pueden acabar en rupturas.

Cuando nos convertimos en padres nos vienen a la mente un montón de expectativas que se convertirán en realidad pero otras quizá superen la ficción y no lleguen, por lo que acabaremos sintiendo estrés, frustración y en muchas ocasiones, dolor. 

Así que saber identificar este tipo de comportamientos, por qué se producen y contar con herramientas que nos ayuden a gestionar esas situaciones difíciles nos ayuda a poder comprender la otra parte, reducir el estrés e incluso, llegar a un punto de entendimiento entre ambas partes.

Nadie nos enseña a ser abuelos

Solemos decir que nadie nos enseña a ser padres y aprendemos por la experiencia que tuvimos siendo hijos. Ya sabemos que durante los tres primeros años los niños tienen una mente absorbente inconsciente y a partir de ahí vamos incorporando todas las vivencias y experiencias que nos rodean como si fuésemos esponjas, absorbiendo absolutamente todo, normalizando comportamientos nutritivos y otros que quizá no eran los mejores ni los más adecuados, por eso en muchas ocasiones siendo padres se nos destapa nuestro niño interior y de repente nos sorprendemos con reacciones más propias de niños de tres años que de personas adultas.

Pero si nadie nos enseña a ser padres, menos aún a ser abuelos más allá de las vivencias que hayan podido tener tus padres en su día. Cuántas creencias y mandatos tenemos a lo largo de nuestra vida impuestas de forma implícita porque lo hemos vivido e interiorizado, pero no son más que eso, creencias que cuando nos permitimos desgranar e ir quitando capas, comprobamos que incluso podemos llegar a ser mejores personas, ciudadanos, padres y en este caso, abuelos.

Hay casos en los que los abuelos lo único que intentan es desquitarse de eso que no pudieron hacer y disfrutar como padres por el autoritarismo que prácticamente estaban obligados a aplicar con sus hijos para conseguir que fuesen hombres y mujeres de provecho y ahora, desde la distancia, la experiencia y el haber podido comprobar que se puede querer a los hijos sin miedos, sin condiciones, se permiten el lujo como abuelos de decir “tus padres te educan y yo que soy el abuelo o abuela lo que puedo, quiero y deseo es consentir todo lo que quieras”.

La posición privilegiada de los abuelos

Por otro lado, hay abuelos que piensan que el hecho de ser abuelos les coloca en una posición privilegiada en la que todo está permitido pero nada más lejos de la realidad, el hecho de ser abuelo no hace que lleves más razón que seas más sabio o sepas más que nadie.

Sabrás de la vida, tendrás experiencias en tu vida, pero tus hijos e hijas necesitan tener ese margen de maniobra, ese poder para decidir cómo educar a sus hijos sintiendo que son los protagonistas de este momento y, por supuesto, contando con la experiencia, bagaje y tranquilidad que pueden aportar los abuelos cuando se colocan en un segundo plano, permitiendo a sus hijos y nietos ese papel principal, nutriendo desde una tranquilidad diferente, estando al servicio de ellos (que no significa que hagan todo lo que los demás pidan) más bien se trata de estar atentos y receptivos a esos cambios que se producen en las generaciones, la neurociencia y la información a la que tenemos acceso.

Y efectivamente hay abuelos que son así, abuelos nutritivos me gusta llamarlos, abuelos que aportan,  están a disposición y al servicio de sus hijos y sus nietos dejando que ellos decidan cómo quieren educar a sus pequeños, cuál es el estilo educativo que se adapta a ellos, estando ahí para apoyar, sostener e incluso dar su opinión y consejo cuando les preguntan, en un discreto segundo plano disfrutando de ver cómo esos niños que ellos criaron con mucho amor ahora de repente tienen sus propios hijos, toman decisiones adultas siendo seres humanos responsables y capaces de tomar decisiones, quizá diferentes a las que ellos tomaron en su día, a las que ellos tomarían ahora, pero que ante todo respetan.

Hay abuelos que llevan muy mal que no se hagan las cosas como ellos las hicieron, se sienten atacados y juzgados al pensar que quizá pudieron haberlo hecho mejor o al ver que sus hijos no han salido tan mal, son personas de provecho, no entienden por qué hay que cambiar la forma de hacer las cosas.

Una visión que quizá no es la más acertada porque partiendo de la base de que ellos lo hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas que tenían y han hecho mucho por sus hijos, no podemos negar toda la información que nos está dando la neurociencia y que el autoritarismo como estilo educativo provoca muchas secuelas como niveles de exigencia muy elevados, frustración, depresión, un grado de insatisfacción brutal, miedo a los cambios, no tener motivación interna y depender de la aprobación de los demás… Una realidad para muchas personas que necesitan recurrir a tratamientos y terapias para poder sentirse plenas y capaces.

Por lo que no es momento de sentirse juzgado pero sí de aceptar que los años pasan, los tiempos cambian, los estudios avanzan y la psicología nos permite adaptar la educación a un paradigma diferente, porque estamos en un momento distinto con necesidades distintas y cuando los abuelos son capaces de entender esto, informarse, formarse, leer e implicarse en la vida de sus nietos, todo fluye y todas las piezas del puzzle empiezan a encajar. 

Construyendo puentes

Llegados a este punto me gustaría dejarte varios recursos y herramientas que puedes utilizar para superar las vacaciones familiares y todas esas situaciones como puede ser cualquier fiesta, cumpleaños, barbacoa o reunión con amigos en las que pueden surgir momentos incómodos en relación a cómo educamos a nuestros hijos.

  • En primer lugar me gustaría hablar de las señales no verbales, tanto con tus hijos como con tu pareja, pactemos señales no verbales entre nosotros para cuando estemos saturadas, agobiadas, necesitemos un descanso o que nos echen una mano. 

En muchas ocasiones la presión de la gente nos hace tomar decisiones que quizá no son las más respetuosas. De hecho, en muchas ocasiones, me decís que si hubieseis estado solas habríais reaccionado muy bien, pero como estaba tu madre, suegra, tía… te dejas llevar por el agobio, el estrés, cansancio, opiniones y consejos de los demás.

Así que una señal no verbal con tu hijo “Cariño, cuando estemos rodeados de gente, si me haces esta señal sabré que necesitas estar conmigo y yo estaré disponible para ti, por lo que encontraremos la forma de escaparnos y tomar un respiro”. 

Igual con nuestra pareja, una señal con la que avisarle de que estás a punto de explotar, que necesitas que se haga cargo de la situación y te ayude a salir de un momento incómodo que te está haciendo sentir mal nos ayuda a sentir ese apoyo, comprensión y sostén de la pareja y que no se pierda la conexión entre nosotros.

  • También es importante no estar a la defensiva y afrontar la situación con actitud positiva, intentando no malinterpretar y sentirnos atacadas con todo lo que nos puedan decir, nuestra interpretación nos puede jugar malas pasadas y sentirnos atacadas cuando no es la intención por la otra parte.

Y si lo es, respirar y tomarnos las cosas con filosofía y una sonrisa, el tiempo pone cada cosa en su lugar, muchas veces, sin necesidad de nuestra intervención. Confía.

  • Abrir espacios de diálogo con los abuelos para explicarles el porqué de nuestras decisiones. Puede que no sean conscientes de los riesgos que se esconden tras las nuevas tecnologías, las consecuencias de gritar, chantajear o amenazar a los niños, el peligro de fomentar los secretos con los peques y así un montón de pinceladas que podemos darles sobre diferentes aspectos, que sin entrar en detalles ni convertirnos en maestras, puede hacer que entiendas los motivos de nuestras decisiones y que se lo piensen dos veces antes de volver a dejarle la tablet a su nieto.
  • Límites, siempre necesarios. Ya hemos hablado en varias ocasiones sobre la importancia de los límites para establecer un marco de seguridad. ¿Los padres están para educar y los abuelos para consentir? Por supuesto que no, todas las personas en contacto directo con la infancia educamos. Así que poner límites a los niños no te hace peor abuelo, es más, los necesitan para saber lo que pueden hacer y lo que no en casa de los abuelos, porque ellos como buenos exploradores que son, siempre van a estar probando y viendo hasta dónde pueden llegar.

Y por supuesto, nosotros como padres tenemos derecho a limitar hasta dónde pueden llegar los abuelos, cuál es nuestro límite infranqueable, tenemos derecho a equivocarnos, a decidir cómo queremos educar a nuestros hijos y si alguien no lo quiere entender, se lo comunicamos de forma afectiva, sin juicios, críticas ni reproches, con claridad y sencillez, pero con seguridad, porque hablando se entiende la gente.

Sé que hay ocasiones en las que por más recursos y herramientas que tengamos, por más que pongamos por nuestra parte e intentemos trazar puentes y mejorar la relación con los abuelos o familiares con comportamientos tóxicos, no lo vamos a conseguir.

  • Hay personas que no escuchan, que por más argumentos y energía que inviertas en explicar, no quieren escuchar, no quieren colaborar y no respetan nuestras decisiones, por lo que, aunque nos duela, habrá ocasiones en las que establecer límites físicos será la única opción viable y no pasa nada, también está bien, no tenemos que aguantarlo todo por la familia. Las lealtades y valores familiares pueden llegar a ser una condena, no permitas que condicionen tu vida.

Ahora te toca a ti

Identificar estos comportamientos y avanzar, intentar conectar con los abuelos, siempre primero conectemos y luego redirijamos ese comportamiento, primero conexión y luego correción. Si lo único que hacemos es corregir ellos se van separando y nos vamos enrocando cada uno en su posición, así que nos toca trazar puentes que nos unan a los abuelos y que los abuelos estén unidos a nosotros y a sus nietos.

Espero que este artículo te sirva de ayuda, te haga pensar y reflexionar sobre cuál es la posición que tienen tus padres o suegros respecto a la crianza de tus hijos y a cómo se relacionan contigo, si te hacen crecer, mejorar, sentir importante o por el contrario, ninguneado, humillado, apartado o poco respetado, para que  poco a poco podamos hablar de esta realidad que existe en las familias y que crea muchos desajustes y malestar, para que podamos crecer como familia, como seres humanos y mejorar nuestras relaciones personales. 

¿Cómo es la relación con los abuelos desde la llegada de tus hijos? ¿Has notado cambios? ¿Respetan vuestras decisiones como padres? Si te apetece, deja tu experiencia en los comentarios, seguro que sirve de mucha ayuda a todas las familias de la comunidad.

Un abrazo y gracias por estar aquí,

Foto de Vidar Nordli-Mathisen en Unsplash

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