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5 claves para tener una Navidad en Calma

FECHA

Navidad, Navidad, dulce Navidad… La vuelta del puente de la constitución es para muchas familias la señal de que la época más «mágica» -en el artículo hablaremos sobre este concepto- del año se acerca a pasos acelerados y los hay que aún no tienen nada preparado, ¿es tu caso? No te preocupes porque hoy quiero darte 5 claves que te ayudarán a enfrentarte a esta época con serenidad para ser los primeros que aportemos CALMA a nuestros hijos.

1. Una rutina diferente

La primera clave en la que quiero poner foco es en la rutina. La Navidad tiene un componente que la hace diferente y es que los niños tienen vacaciones de Navidad lo que significa que empezamos teniendo más tiempo con ellos -conciliando en muchas ocasiones como buenamente podemos y/o tirando de abuelos o campamentos-.

La ausencia de rutinas los niños los llevan muy mal y es por eso que debemos tener algunos ritmos marcados con el fin de que su merecido descanso tras el primer trimestre no choque frontalmente con nuestra necesidad de trabajar y hacer cosas productivas. 

Soy consciente -soy madre de 5 pequeños- que no es fácil mantener las rutinas escolares cuando no tenemos la agenda que llevan en el colegio de actividades, recreo, almuerzo o sesiones de matemáticas, deporte, etc. Por eso no te voy a recomendar que lo intentes. Solo que adaptes los ritmos a las necesidades de este periodo. 

¿Pueden dormir hasta más tarde? Fenomenal, no hace falta levantarse a las 7 para aprovechar el día… pero si se levantan a las 12 es posible que se les junte el desayuno con la comida, la merienda con la cena y, cuando las necesidades básicas de sueño y hambre empiezan a patinar, las cosas no van bien. 

Marquemos ritmos, horarios, pautas para que podamos convivir bien. Verás como va mucho mejor todo.

2. No te vuelvas loco/a con los planes y excursiones

La segunda clave importante para mí es el tema de los planes familiares relacionados con esta época navideña. Si estás dentro de redes sociales o sigues blogs de crianza, educación o maternidad, verás que en esta época se disparan los planes para hacer con niños. Hay muchísimas propuestas y muchas son chulísimas para vivir con niños. 

Sin embargo necesito que pongas cordura en esto. Los niños no pueden tener una agenda como un ministro en Navidad. Seguro que en los días que tenemos libres podemos elegir algunos planes y agendarlos, claro que sí. Pero no todos. 

Querer hacer más cosas de las que realmente se pueden llevar a cabo os va a generar prisas, estrés, presión y cero disfrute. Y no es eso lo que buscamos, ¿a qué no? 

Entonces, aquí la recomendación es muy sencilla. Busca planes, cuanto más sencillos mejor. Si recuerdas haber participado en jornadas multitudinarias y con muchos estímulos lumínicos o sonoros, igual puedes recordar que los peques terminaron cansados, con un nivel de energía muy elevado y que, incluso, descansaron peor o estaban más inquietos.

Una vez que tienes un listado de planes que te gustaría hacer estas navidades, llévalo a una pequeña reunión de familia. Escuchaos para saber que necesidades, gustos y deseos tienen. Igual también pueden proponernos cosas -dependiendo de la edad que tengan, claro-.

Seleccionar planes y ponerlos en el calendario para que todos sepamos qué día vamos a salir de casa, a dónde vamos, qué necesitamos llevar, etc. La anticipación es clave para que las cosas salgan bien

3. La familia y las costumbres

Otra clave interesante para reflexionar es sobre el tema de la celebración con familiares y el choque con costumbres y creencias diferentes. Muchas personas tienen una imagen idealizada de la Navidad. Una época de reencuentros y de pasar tiempo en familia. Y está bien. Pero no siempre es lo que necesitamos o tenemos. Y también está bien. 

Fruto de nuestros recuerdos infantiles podemos tener una visión parcial de estos momentos. Si yo pienso en mi infancia tengo grabados momentos de canciones y reuniones alrededor de una mesa en la que se celebrar estar juntos. 

Sin embargo, también soy capaz de ver, ya con mirada de adulta que había momentos de tensión, comentarios o piques. Y es que el roce hace el cariño y también hace rozadura. 

Por lo tanto, es un momento que los niños deberían vivir con serenidad y placer, disfrutando de esas pequeñas cosas: un chocolate en familia, un paseo para ver las luces del pueblo o de la ciudad, fabricar adornos de Navidad con la prima o visitar el Belén en la Iglesia. 

Cada familia tiene sus propias costumbres y tradiciones. Y nosotros, como nueva familia, podemos crear las nuestras.

Durante unos años se ha llevado mucho pasar la Navidad o Nochevieja con amigos en casas rurales. Si os hace vibrar con vuestros valores, está bien porque os vais a sentir en coherencia con vosotros mismos. 

A veces preferimos ceder o callar para no discutir. Entiendo que muchas personas ven a la familia en contadas ocasiones y no quieren tener un rato con ellos y dedicar energía a debatir sobre todo. No creo que la cuestión sea esa. Creo que a veces pensamos que las discusiones son para convencer a los demás sobre lo que deben pensar, creer o hacer. Y no. Podemos estar de acuerdo en que no estamos de acuerdo. Y está bien. Mientras haya respeto, no pasará nada. Podemos aprender de los que nos rodean, escuchar y luego hablar con los niños para saber qué piensan ellos -no sería la primera vez que he escuchado a un niño decir que como el abuelo cree que vienen los Reyes, le van a preparar unos dulces para que no se desilusione-.

4. ¿Cuántos regalos hacer para no caer en el consumismo con los niños?

Este es el punto clave que quizá nos genera más controversia porque es complicado explicar si existe un número que nos ayude a que los niños puedan valorar los regalos y disfrutarlo. Encontrar el equilibrio es clave en este punto.

Todos hemos escuchado en algún momento eso de: «a mí de niño me regalaron un balón, una peonza, una bici… y no se me ha olvidado». 

Es cierto que en este momento de la historia en el que tenemos tantas cosas de todo tipo y los niños casi no pueden hablar sin que llegue alguien con algún detallito, la cosa se nos complica. 

Yo he tenido unos años muy complicados. Y lo digo públicamente porque en su momento lo hablé con la familia y, evidentemente, no me hicieron ni caso. Hasta que vieron las consecuencias con sus propios ojos. 

Os cuento un poco y sin mencionar a nadie. La cosa es que a todas las personas les hacía ilusión ver la cara de los niños cuando les daban el detallito. Hay incluso quien tiene como lenguaje del amor hacer regalos, es decir, que una forma de manifestar su amor por los demás es regalar obsequios, algunos comprados y otros hechos -que para mí tienen más valor-. La cosa es que la vuelta de Navidad era horrible porque tenía que gestionar un montón de regalos, muchos de ellos que no eran adecuados para su edad o sus necesidades o gustos… y además, en unas cantidades que no imaginaban porque no sufrían en sus carnes. 

Un año les pedí que me hicieran llegar los regalos para que los niños los recibieran todos bajo mi árbol. Cuando los terminamos de colocar mi marido y yo contamos. Ninguno había regalado muchas cosas -bajo su mirada, por supuesto-. Pero en conjunto la imagen era horrible, cargándose por supuesto los valores de la Navidad. En ese momento hicimos una fotografía y la enviamos a los familiares y amigos que habían participado… y ahí vino su golpe de realidad.

Nunca he querido que mis hijos tuvieran muchos regalos en Navidad. Creo que teniendo un par de detalles de estas cosas que realmente quieren, les llega con cariño y con dedicación, porque significa que se sienten escuchados y que realmente se les da aquello que desean profundamente, sin esperar que cualquier cosa que pidan la vayan a tener -esta experiencia con Amazon se ha disparado, si os fijáis, tanto en niños como en adultos-. La espera cuesta y elegir también. 

Hay una regla que como orientación nos puede ayudar bastante. Es la regla de los 4 regalos y hace tiempo que dejé un post por aquí.

Personalmente a mí me ha ayudado mucho porque nos ha hecho conscientes de diferenciar entre deseo, necesidad, algo para vestir y algo para leer. De esta forma tienen cuatro cosas cada uno, que en mi caso suman 20 cositas de nada a los pies del árbol de Navidad, más lo nuestro, que siempre tenemos alguna cosilla. 

Mi recomendación aquí es clara: menos es más. Y el tiempo es el regalo más preciado. Si regaláis un balón, que os vayáis a jugar con ellos. Si regaláis una raqueta, al frontón con ellos o a la pista de tenis. Si regaláis una bici, a planear rutas y a hacerlas con ellos… porque el mejor regalo, sin duda, somos nosotros.

5. La magia está en ti, no lo olvides

El último punto clave que quiero trabajar con vosotros es el tema de la magia. La idea de que la Navidad es la época más mágica del año está extendida por todos sitios y no negaré que es una época diferente y especial. Sin embargo, no creo que sea la más mágica del año. Creo que en nombre de la magia y de la ilusión, hemos confundido algunos términos y hemos querido aportar magia a la vida de los niños que, por cierto, lo viven todo con una curiosidad y una capacidad de asombro que nos encanta a los adultos. 

Hay personas que mantienen el secreto de la Navidad todo el tiempo que pueden pensando que así las navidades de sus hijos serán inolvidables. Lo cierto es que las familias que decidimos no mentir a los niños y explicarles todo con cariño, celebrando el amor que sentimos por ellos y manteniendo tradiciones culturales y sociales -pero sin mentiras, ni seres mágicos ni chantajes- disfrutamos igual o más. Y no, no significa que vayamos con los niños a comprar los regalos. Significa que saben quién coloca los regalos sin necesidad de ocultarles nada. Piensa que el día del cumpleaños también recibimos regalos y sabemos quiénes nos regalan cosas, y nos hace ilusión teniendo 5 años y teniendo 35…

Ante las personas que pensarán que entonces sus hijos corren riesgos de conocer «la verdad», quizá ahí reside el problema. En que cuando no decimos la verdad, tenemos miedo a que otros se la digan, aunque ya os adelanto que las familias que hemos optado por esta decisión sabemos que nadar a contracorriente no es sencillo y solemos ser muy respetuosos con las creencias de los demás -aunque eso signifique que decidan mentir a sus hijos-.

Espero que estas claves te hagan tomar decisiones más conscientes esta Navidad y puedas disfrutar con tus hijos de una época más pausada y en calma. Cada vez somos más las familias que apostamos por estar presentes en cuerpo y alma, sin olvidarnos de nuestras necesidades, por supuesto. Así que aplícate también estas claves a ti misma, que la exigencia en nuestra peor enemiga. 

A continuación te dejo un enlace directo a una formación preciosa que hice hace unos años en los que dediqué 5 sesiones para trabajar todo lo relacionado con la Navidad y los niños, la relación de pareja, la ilusión y la magia… todo en un pack con un precio en promoción -muy simbólico- para que puedas tener conocimiento a tu alcance.

Un abrazo y gracias por estar aquí,

Foto de Paige Cody en Unsplash

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