Hoy vengo a hablarte de una de las dudas más frecuentes de las mamás primerizas que dan a sus hijos lactancia materna.
«Elisa, cuando mi hijo/a llora, tiene malestar, una rabieta, siempre se calma gracias al pecho. Cuando se produzca el destete, ¿cómo lo hago?»
En mi opinión personal, las mamás lactantes contamos con una gran ventaja en relación al consuelo y alimento de nuestros bebés -no tenemos que preparar biberones a media noche, y disponemos del comodín de la teta para consolarlo absolutamente todo-.
Hasta ahora nuestra estrategia frente a las rabietas consistía en redirigir con la teta, entretenerlo con otra cosa para canalizar esos sentimientos de angustia y rabia que estaba sintiendo nuestro hijo/a.
¿Y ahora que hemos destetado, cómo afronto esta situación?
La base de todo está en la conexión. Tenemos que ser consciente de que los niños no se portan mal porque sí, siempre hay un motivo oculto que provoca ese sufrimiento.
Por lo que tenemos que averiguar qué hay tras esa reacción, entender que lo está pasando mal, validar esa emoción y encontrar la forma de canalizarla para volver a la calma.
CONECTAR – VALIDAR EMOCIÓN – CANALIZAR
Nuestros hijos toman sus decisiones -que no siempre son las más acertadas-, en base a las experiencias previas que han tenido, y un niño de dos añitos ha tenido muy pocas experiencias de vida.
Ellos lo único que entienden es que hasta ahora mamá les ha dado todo lo que han necesitado y, de repente, hay cosas que no les da. No tienen la capacidad suficiente para entender el por qué ocurre este nuevo hecho y ahí nace la frustración y el enfado.
Te pongo el ejemplo de la compra semanal en el supermercado -la cantidad de artículos llamativos que ponen junto a las cajas- y dónde se genera la crisis de la rabieta.
Nuestro hijo/a quiere echar al carro el lápiz de lacasitos que – por casualidad- está a su altura y a su vista, y mamá le dice que no después de estar durante toda la compra introduciendo alimentos en el carro, por lo que nuestros hijos piensan ¿por qué ahora los lacasitos no?
Límites y normas dan seguridad.
No pasa nada por establecer límites, no tenemos que tener miedo a poner límites y normas a nuestros hijos/as, son beneficiosas para ellos, les dan seguridad.
Todos estamos rodeados de normas que nos garantizan convivir de acuerdo a unos derechos fundamentales -tu derecho tiene la misma validez que el mío- tenemos que encauzar tu libertad y la mía para llegar a un término medio y que ninguno de los dos nos pisemos, al igual que dentro de la familia.
La necesidad de validación de tu hijo o hija va a estar ahí, pero es mucho más fácil negociar con un niño que se siente validado, atendido y mirado, que con un niño que recibe frases como “te pones feo cuando lloras”, “estás haciendo el ridículo”, “eres muy caprichoso”. Ese tipo de comentarios no ayudan a los niños a salir del bucle de “no me quiere, no soy importante, le he pedido unos lacasitos y no me los da…”
Como conclusión, lo más importante es que seas consciente de que tu hijo/a lo está pasando mal, por lo que tienes que intentar leer ese mensaje oculto tras la rabieta y no contagiarte de su emoción, ni empezar a protestar.
No te preocupes mamá, cada etapa tiene sus retos, y al igual que los cólicos y las malas noches, esto también pasará. Pero lo que generemos en cuanto a la conexión, el vínculo que tracemos en cuanto a seguridad y amor, eso perdurará a lo largo del tiempo.
Apostemos por ese vínculo, por esa conexión, apostemos por nuestros hijos.
Espero que este artículo te haya ayudado a reflexionar y a partir de ahora, empieces a trabajar para gestionar las rabietas con más tranquilidad y empatía, sea o no con la teta.
Si te queda alguna duda, te animo a dejarla en comentarios, estaré encantada de ayudarte.
Un abrazo y gracias por estar aquí,