niños que pegan
Descifrando comportamientos infantiles: Niños que pegan

FECHA

La violencia bajo ningún concepto está justificada.

Aún en nuestros días hay muchas formas de violencia normalizadas hacia la infancia, injustas y que debemos erradicar, pero por otro lado, también hay muchos mitos y creencias erróneas en relación a que los niños muestren este tipo de conductas.

Uno de los mayores miedos y preocupaciones que me transmiten los padres, tanto en las consultas vía correo electrónico como en los talleres y sesiones de coaching familiar, es el hecho de que sus hijos peguen.

Existe la creencia de que cuando un niño pega es porque no lo estamos educando correctamente, es un niño malo, estamos criando a un tirano, lo consentimos demasiado o que cuando sea mayor no vamos a poder controlarlo -hay programas de televisión que han hecho mucho daño en este sentido-.

Afirmaciones que se alejan mucho de la realidad y el motivo por el que escribo hoy estas líneas, para transmitirte calma si tu hijo está pasando por una época en la que pega o muerde cuando se enfada y darte unas herramientas con las que poder superar un periodo, que ya te adelanto, es pasajero.

¿Por qué pegan los niños?

No debemos olvidar que los niños son seres muy pequeños, con poquitas experiencias de vida. Lo único que traen consigo al nacer es un maletín de herramientas biológicas, unos recursos que tenemos los seres humanos de forma natural.

¿Y cuándo abren los niños ese maletín de herramientas? Cuando necesitan expresar una necesidad que no está siendo cubierta. 

Nuestros hijos no pueden enviarnos un burofax, una carta o un whatsapp al móvil para decirnos:

 “Queridos papá y mamá, esta mañana cuando os habéis ido a trabajar me he enfadado mucho porque he sentido que me abandonábais”.

Es más, en ocasiones no pueden ni expresarnos con palabras ese malestar porque su aparato fonoarticulatorio todavía no está plenamente desarrollado para poder hablar, pero sí sienten, sí tienen necesidades y sí tienen miedos.

En concreto, sienten un miedo atroz al abandono, a no pertenecer, a que dejemos de quererlos, de cuidarlos, porque somos su única forma de garantizar su supervivencia.

“Tu hijo no puede mandarte un burofax”.

Aunque están preparados y capacitados para hacer muchas cosas, esta no es una de ellas, pero sí tienen la necesidad de expresar de alguna manera su malestar, su sentimiento de abandono, de rabia, ira o tristeza y pegar es la herramienta que tienen para manifestarlo.

Entonces, ¿debemos dejar que peguen?

¡Cuidado! Entender de dónde viene ese comportamiento no significa que tengamos que permitirles absolutamente todo y que hagan lo que quieran.

Lo que debemos comprender es que nuestros hijos tienen una necesidad de soltar, de exteriorizar ese malestar que tienen dentro, y no saben hacerlo de otra forma.

Este tipo de comportamientos no se dan sólo a la hora de expresar malestar. Hay pequeños que cuando están excitados, contentos o nerviosos por algo, se abalanzan hacia la persona que tienen más cerca y le dan un pellizco o un bocado.

En estos casos, nos encontramos ante la misma necesidad de exteriorizar un sentimiento o emoción y no saber cómo hacerlo.

¿Qué podemos hacer para ayudarles?

El primer paso es observar y entender para poder empatizar con eso que está sintiendo el niño. Así podremos ponerle nombre y validar esa emoción, es lícito sentir miedo, rabia, enfado o tristeza, claro que sí.

Pero en nombre de esa emoción hay ciertos comportamientos que no podemos permitir, por nosotros los adultos, por el niño, ni por los demás.

Llegados a este punto es cuando debemos fijar los límites que no se pueden traspasar, ese margen de maniobra, esa guía que les ayude a saber hasta dónde pueden llegar, lo que está permitido y lo que no.

Siempre me gusta poner el siguiente ejemplo al hablar de educar desde el respeto porque creo que es muy clarificador. 

Para educar desde el respeto debemos tener en mente un taburete de tres patas, sin esas tres patas el taburete no se mantendría en pie, necesitamos las tres para poder mantener el equilibrio.

Este taburete representa el respeto, donde vamos a sentarnos, a asentarnos a la hora de educar.

Cada una de sus patas representa las bases del respeto mutuo.

  • YO RESPETO A LOS DEMÁS.
  • LOS DEMÁS ME RESPETAN A MÍ.
  • YO ME RESPETO A MÍ MISMA.

Este es el punto de partida, el pilar fundamental donde debemos «sentarnos» siempre para enfrentar cualquier reto que se nos presente en la crianza, siempre que queramos hacerlo desde la calma, con recursos respetuosos hacia los niños, pero también hacia nosotras mismas.

Las claves para afrontar este tipo de comportamientos

Después de todo lo que te he contado, puedo decirte y entenderás que es normal que un niño de dos años intente pegar para manifestar su enfado o cualquier emoción que no sepa gestionar.

A continuación te dejo los puntos fundamentales para afrontar esta situación que a todos en alguna ocasión nos ha sorprendido y superado, sin saber cómo reaccionar.

1. Empatiza con el niño

Debemos observar, investigar y profundizar para encontrar la raíz del problema. 

¿Qué está viviendo nuestro hijo? ¿Qué emoción se esconde detrás? ¿Qué necesidad está manifestando? ¿Tiene hambre, sueño o una mezcla de las dos? ¿Tiene una necesidad de afecto, cariño o sostén? ¿Tiene un temperamento difícil de gestionar? ¿Está experimentando por primera vez esta emoción? ¿Se están mezclando muchas emociones que no sabe cómo gestionar?

Entiendo que son muchas preguntas y nos pueden llegar a abrumar, pero es importante que vayamos trabajando poquito a poco en este cambio de mirada, esta nueva forma de interpretar y descifrar los comportamientos infantiles para poder ayudar realmente a nuestro hijo como necesita.

El desarrollo cerebral del ser humano tarda en torno a 25 o 30 años en terminar, es normal para un niño de dos años no controlar sus emociones, no es fácil para ellos, al igual que aún nos resulta complicado a alguno de nosotros y ya somos adultas.

“Las emociones no se gestionan, se viven”.

Y además de vivirlas, debemos aprender a canalizarlas para hacerlo de una forma respetuosa.

2. Ponle nombre a esa emoción

Cuando los niños son muy pequeños saben muy bien lo que están sintiendo, pero no saben cómo se llama. 

Ayudémosles a ponerle nombre, ¿tenías pena porque mamá se iba a trabajar? ¿Sentías tristeza? ¿Quizá lo que estabas sintiendo era rabia porque querías que mamá se quedara contigo?

3. Ofrece un camino alternativo

En ocasiones nos centramos en lo que no pueden hacer, “no se pega”, “no se muerde”, “no se araña”, “no se dan patadas”…

Cambia el foco y céntrate en lo que sí puede hacer para canalizar esa emoción.

Para nuestra mente adulta es muy fácil, “solo le digo que no se muerde, ¡se pueden hacer otras muchas cosas!”

Pero los niños no lo saben, ellos están probando, no saben lo que sí y lo que no, por eso nosotrss debemos enseñárselas.

Cuando nos convertimos en papá o mamá nos ganamos el título de guías o acompañantes, tenemos la responsabilidad de enseñar, debemos dejar de lado el recriminar, penalizar, juzgar, castigar…

Es mucho más simple, si no sabe, le enseñamos.

4. Conviértete en la calma en mitad de la tormenta

Si nuestro hijo ya ha explotado debemos sostener y acompañar a ese cerebro en modo supervivencia, porque si nos contagiamos emocionalmente de lo que está viviendo y sintiendo, estalla la guerra en casa, algo que no nos beneficia a ninguno.

En este momento necesitan que nosotros seamos la calma y si no puedes contenerte, debes volver al taburete del respeto mutuo del que hemos hablado antes, porque es fundamental que te respetes a ti misma.

¿Estás durmiendo bien? ¿Te estás alimentando de forma saludable? ¿Practicas deporte? ¿Estás teniendo momentos para ti? ¿Haces cosas que te gustan? 

Es importante que te dediques tus ratitos de autocuidado porque si no te cuidas, te valoras y atiendes tus necesidades, si no estás bien y tu cerebro está saturado, es mucho más fácil contagiarnos de las emociones de los niños, pasamos a tener dos años y acabar diciéndoles esas frases y expresiones que cuando éramos pequeñas nos prometimos que jamás diríamos a nuestros hijos, pero que acaban saliendo de forma automática por nuestras bocas.

Siempre te digo que debemos educar a nuestros hijos de cabeza a cabeza y de corazón a corazón.

Este es el único camino para educar a personas plenas, enseñándoles a través de nuestro ejemplo, esos recursos y herramientas que les permitirán gestionar las diferentes situaciones que se les presenten a lo largo de sus vidas, con calma, seguridad y habilidades sociales.

Personas capaces de defender sus derechos y ejercer sus obligaciones, como ciudadanos libres y dispuestos a contribuir. 

Aún estás a tiempo de conseguirlo, no estás sola, puedes rodearte y nutrirte de personas en tu misma situación en la comunidad de Educar en Calma, estamos en Instagram @educarencalma, Youtube y Podimo.

Si necesitas ayuda para afrontar el cambio o superar algún reto que tengas ahora mismo en el hogar con tus hijos, pareja o maternidad, no duden en contactar con nosotros a través del correo info@educarencalma.com, tus preocupaciones tienen solución y seguro que están más cerca de lo que imaginas.

En el siguiente enlace tienes un formulario en el que puedes contarme tu caso concreto y en menos de 48 h laborables, recibirás un correo electrónico con todas las opciones que podemos ofrecerte desde Educar en Calma.

¿Qué te ha parecido este artículo? ¿Tienes problemas con tus hijos en relación a sus comportamientos? ¿Te resulta difícil descifrarlos? Te animo a dejarnos tu opinión, experiencia o situación personal en los comentarios, estaré encantada de leerte y responderte.

Un abrazo y gracias por estar aquí,

Photo by Caleb Woods on Unsplash

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Elisa Molina

Experta en Educación Humanizada. Maestra, coach de familia y experta en Altas Capacidades. Conferenciante y ponente internacional. Autora del libro "Educar en Calma", ed. Teconté; y los cuentos "Con un susurro basta" y "Cerebro de monito", ed. Carambuco. Fundadora de Educar en Calma. ¿Cómo quieres que te recuerden tus hijos?
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