A menudo, cuando observo a las familias y sus relaciones con otros adultos, me suele llamar la atención lo mucho que nos gusta “chinchar” a los niños.
Sí, seguro que es algo que habéis vivido en más de una ocasión. Os pongo en situación:
Un niño que lleva un juguete, un bocadillo o una bolsa de palomitas. Un adulto que se lo encuentra y comienza a pedirle aquello que tiene o se lo quita directamente alegando que eso es “para mí”.
El niño que mira a sus padres y mira al adulto que le ha robado en su cara y comienzan los pucheros y/o los llantos.
Y ahora llega la frase final: “No te pongas así, que no te he hecho nada” (mentira, le has robado ya que el niño no sabe que se lo vas a devolver) o “Venga, vale, te lo doy si…” (empiezan los chantajes) o “Uy, este niño no sabe compartir” (eso que ha hecho el adulto tampoco es muy de compartir, la verdad) o “Vaya, con lo que me gustan a mí esas palomitas/bocadillo/galletas” (¿y tiene que ser justo la que tiene el niño, no puedes comprarte/prepararte una?)
Y yo suelo preguntarme: ¿todo esto por qué es? ¿Tenemos los adulto algún tipo de afán para “probar” a los niños”? ¿Qué ganamos con todo esto? ¿De verdad alguien quiere ver llorar a un niño para ver si comparte o no? ¿Qué les estamos enseñando con este modelo de relación?
Relaciones basadas en el poder
Si todo esto lo pasamos al plano de relaciones entre adultos, todos estaríamos de acuerdo en que no son relaciones sanas. ¿Por qué permitimos que un adulto lo haga con un niño entonces?
Si lo pasamos al plano de relaciones entre jefes-empleados, pensaríamos que es abusivo y un trato nefasto. Y repito la pregunta: ¿Por qué lo hacemos con un niño?
Realmente lo que les estamos diciendo a los niños es que nosotros somos grandes, somos fuertes y tenemos el poder.
Así que como nosotros mandamos, ellos deben asumir que son débiles y han perdido. ¡Pero sin llantos o frustraciones! Porque entonces seguimos metiendo el dedo en la llaga y diciendo “No te pongas así”, “No llores”, “No pasa nada”.
¿De verdad queremos una sociedad que base sus relaciones en el poder? A veces se tratará de poder físico (sobre todo en la infancia) pero luego será el plano económico el que dirija el mundo. ¿Lo queremos?
¿Queremos que nuestros hijos se relacionen con otros mediante este tipo de roles en los que el más fuerte gana? ¿Queremos que “chinchen” a otros niños?
Faltas de respeto hacia los niños
Realmente lo único que se demuestran en estas relaciones es una falta de respeto hacia el menor bastante grande.
Sí, muchos pensaréis que quizá son términos exagerados pero si a mí me trataran así, sería una falta de respeto hacia mi persona.
Un niño tiene derecho a ser tratado con respeto, con cariño y con dignidad. No les estamos enseñando nada tratándolos así.
Siempre os digo que somos “modelos de buenas conductas” y, aunque los niños pasen un porcentaje elevado del tiempo con sus padres, todos educamos, estemos donde estemos.
Si queremos cambiar la sociedad y liberarnos de mochilas, empecemos por analizar nuestras relaciones entre los adultos, entre los adultos y los niños y demos el primer paso.
El cambio comienza en uno mismo. La sociedad la formamos todos y debemos ser cada uno de nosotros los que vayamos tomando conciencia de cómo queremos ser y servir al resto de la población.
¿Queremos respeto? Pues comencemos desde hoy.
Entonces, ¿no podemos gastarles una broma a los niños?
Si le hacemos caso al Diccionario de la Lengua Española, en el término broma encontramos la siguiente definición:
Broma
Del gr. βρῶμα brôma ‘teredo’, der. de βιβρώσκειν bibrṓskein ‘comer con avidez’.
- f. Chanza, burla.
- f. Bulla, algazara, diversión.
- f. Persona, cosa o situación pesada y molesta.
- f. Molusco lamelibranquio marino con aspecto de gusano, con sifones desmesuradamente largos y concha muy pequeña, que deja descubierta la mayor parte del cuerpo, cuyas valvas funcionan como mandíbulas y perforan las maderas sumergidas, en las cuales excavan galerías, y causan así graves daños en las construcciones navales.
- f. coloq. Ven. Objeto o asunto cuyo nombre no se recuerda, se ignora o no se quiere mencionar.
Chanza
Cf. it. ciancia.
- f. Dicho festivo y gracioso.
- f. Hecho burlesco para recrear el ánimo o ejercitar el ingenio.
Burla
Del lat. *burrŭla, de burrae, -ārum ‘necedades, bagatelas’.
- f. Acción, ademán o palabras con que se procura poner en ridículo a alguien o algo.
- f. chanza.
- f. engaño.
- f. pl. Bromas o mentiras. U. en contraposición a veras. De burlas. Decir o hablar entre burlas y veras. Mezclar burlas con veras.
Pues depende, ¿no? Si vamos a gastar una broma cuya finalidad es reírnos de otro, no es muy respetuoso, así que mejor no hacerlo.
Siempre les digo a mis hijos que “broma es cuando nos reímos los dos” si no, no es una broma, es meterse y reírse de una persona gratuitamente. Y eso, no se hace.
Por supuesto, todo dependerá de cómo seáis vosotros y cómo sea el cambio que queréis ver en el mundo.
Desde luego que a los niños no les enseñamos cosas positivas al tratarlos así y ellos serán los que copien nuestro ejemplo.
Imaginad cómo se pueden sentir ellos y veréis que no es nada positivo.
Espero que el artículo os ayude a reflexionar. Podéis compartirlo en las redes sociales, igual la gente que tiende a tratar a los niños así, al leer esto, se da cuenta de sus errores y podemos ir cambiando el mundo.
Un abrazo y gracias por estar ahí,