Hemos empezado septiembre y con él, la vuelta a la rutina, al trabajo y también al entorno escolar. Estos días no paro de responder a familias que me escriben pidiéndome consejos sobre el tema de la vuelta al cole y de cómo gestionarlo para que nuestros hijos lo lleven lo mejor posible.
Creo que es importante que entendamos que el primer día que un niño sale de su entorno habitual, es normal que llore y que no entienda por qué le dejamos ahí ni sepa cuándo vamos a volver.
Hablo de niños pequeños, evidentemente si tienen 6 u 8 años, no veréis a vuestros hijos llorando en la entrada del colegio porque ya saben que volvemos, que en el colegio están con sus amigos, tienen tiempos de aprendizaje y también de ocio y, en general, los niños disfrutan mucho del entorno escolar.
Pero cuando hablamos de niños que comienzan en la escuela infantil, independientemente del curso en el que lo empiecen, o bien, el primer año de infantil en el colegio con 3 añitos, es frecuente y normal que los niños puedan quedarse llorando, lo que aumentará nuestra pena como padres.
¿Es necesario un periodo de adaptación escolar?
Rotundamente sí, creo que es necesario, aunque resulte incómodo para las familias eso de tener horarios “raros” durante unos días. Ya hemos hablado en otras ocasiones de que en España el tema de la conciliación brilla por su ausencia, aunque, también quiero destacar, que cada vez hay más empresas y PYMES que permiten que los padres acudan a llevar a sus hijos el primer día de colegio y entren más tarde (así como al festival de final de curso y Navidad, por ejemplo).
Si entramos en la mente de un niño pequeño (y aquí incluyo a niños de 3/4 años), ese primer día de escolarización implica separarse de su figura de referencia y estar con niños que, normalmente, no conoce y con un adulto que tampoco sabe quién es.
Durante mucho tiempo les hemos dicho que no se vayan con cualquiera, que, si alguna persona extraña los llama que no acudan y hoy, de repente, somos nosotros los que “abandonamos” a nuestro hijo/a en una clase llena de niños con un adulto que no conocen. Evidentemente, nuestro hijo puede tener “cortocircuito” y pensar que hemos perdido la cabeza.
Los niños, en ese momento, solo están teniendo una reacción normal de miedo, a veces pánico, ante lo desconocido, ante no tener a nadie y sentirse solos ante algo que no saben cómo va a seguir ni qué va a suceder.
¿Cómo debería ser el periodo de adaptación escolar?
Un periodo de adaptación escolar debería de ser SIEMPRE individualizado y personalizado para cada niño, con su figura de referencia dentro del aula, pudiendo ver como hay fluidez y confianza, conversación, entre el profesorado y la familia.
Tampoco creo que sea conveniente que esta situación se alargue en exceso. No creo que se beneficie a los niños si estamos 15 o 20 días en la escuela con ellos dentro. Pero sí creo que es importante que los niños vean que, los primeros días, los padres entran a dejar a los niños dentro del aula, con calma, tranquilos, los acompañan, conocen a otros padres, a otros compañeros y se marchan tranquilamente, lejos de las prisas de dejarlos desde la puerta con un beso al aire y lágrimas en los ojos.
Es importante que, como padres, conozcamos al profesor de nuestro hijo, le hablemos de él por su nombre, que tengamos una reunión individual para poder contarle cómo es nuestro hijo, si tiene hermanos, la posición que ocupa, cómo se maneja en autonomía, en lenguaje, en esfínteres… todo con confianza y creando un buen ambiente porque familia y escuela buscamos lo mejor para los pequeños.
Y, sobre todo, hay que ver cómo evolucionan los niños, por eso creo que el horario debe de ajustarse a cada niño. Hay niños que el primer día pasan un ratito en clase con sus padres, compañeros y el profesor, y, al día siguiente ya quieren estar todo el tiempo allí. Hay otros que necesitan más días para ver las bondades de la escuela.
Al final, como siempre, cada niño tiene unas necesidades.
Soy consciente de que cada familia tiene unas circunstancias y que, en muchas ocasiones, la adaptación escolar no es fácil para niños y tampoco para padres, que aparecen sentimientos de culpa, de no saber qué hacer, de no querer ver sufrir a los niños, pero no tener opciones para alargar este período… Confiemos en los maestros y maestras de nuestros hijos. Son profesionales que se encargarán de que estén lo mejor posible ofreciéndoles sus abrazos, su tiempo, su paciencia, sus canciones y juegos para hacer que este proceso sea lo mejor para todos.
¿Y en casa podemos hacer algo para que estén más tranquilos y seguros?
Siempre podemos hacer cosas que faciliten esta adaptación. Vamos a hablarles del colegio con alegría, contándoles la cantidad de experiencias nuevas que van a tener -niños nuevos a los que conocer y con los que jugar, nuevas actividades, herramientas, excursiones, juegos… –
Podemos hablarles de nuestros sentimientos cuando comenzamos nosotros el colegio si teníamos ganas, si nos daba miedo no saber con quiénes iríamos a clase, la cantidad de compañeros que teníamos, las canciones que cantábamos y los juegos a los que jugábamos en el patio.
Es importante que hablemos del colegio entusiasmados porque nuestros hijos, al igual que nosotros en su momento, van a pasar muchos años en entornos escolares y es importante que su primer acercamiento sea positivo y lleno de alegría y “buen rollo”.
También creo que es un acierto garantizar su correcto descanso. Los niños gastan mucha energía y necesitan recuperarla, así que es importante que descansen y carguen sus baterías, si no, el cuerpo se resiente y si el cuerpo no está bien, nada estará bien.
Por último, creo que es fundamental que no engañemos a nuestros hijos y seamos sinceros para que ellos tengan la seguridad y la certeza de que vamos a volver a por ellos. Si les decimos que en un ratito estamos allí, se pasarán el tiempo esperándonos.
Démosles referencias más exactas: vas a estar en clase, tomarás la fruta, saldrás al patio, volverás a clase y enseguida vamos los papás a buscaros. Si tienen que quedarse a comedor o hacer jornadas más largas, también debemos decírselo. Esto les proporciona seguridad y, sobre todo, no rompe la confianza entre nosotros.
Por último, pero no menos importante, por favor no hablemos de su adaptación “riéndonos” de la situación. Si lo está llevando mal y se le está haciendo dura esta separación y adaptación a un nuevo entorno, mostrémosles empatía, comprensión, apoyo y mucho respeto. Pensad que en estos momentos nos necesitan más que nunca.
¿Tú cómo crees que debería ser el período de adaptación escolar?
Hasta aquí el artículo de hoy, espero que te haya gustado. Si es así y crees que puede ayudar a alguien, compártelo sin problema
Un abrazo y gracias por estar ahí,
¿Necesitas una asesoría conmigo?
[product id=»12741″]