Ser padres no es una tarea fácil, pero tampoco es tan duro como nos lo han pintado. Es posible educar sin perder los nervios, hoy te cuento los motivos que desencadenan estas reacciones y las claves para conseguir controlarlas.
Si hay algo que tienen en común todos los papás y las mamás es querer hacerlo lo mejor posible y ofrecerles la mejor educación a sus hijos. Una educación basada en valores que les ayuden a convertirse en personas independientes, autónomas, seguras de sí mismas, valientes, responsables y con una autoestima fuerte, trabajada y cuidada.
Pero tenemos algo que nos dificulta la labor, y es que venimos de estilos educativos autoritarios, donde la figura de referencia mandaba y los demás obedecían, y como hoy en día ya sabemos, esto genera -en el mejor de los casos- niños sumisos y obedientes, pero si contamos con peor suerte, vamos a tener que lidiar con niños que se rebelan y no aceptan las normas.
Estoy segura que no quieres ninguna de estas dos opciones para tus hijos, ¿verdad?
Todo evoluciona, la sociedad está cambiando
Por suerte, en los últimos años contamos con unos derechos y libertades que hacen que el mundo se rija por unas normas y límites un poquito más coherentes y respetuosos para todos.
Vamos dejado atrás ese “cuando venga papá te vas a enterar”, porque en la mayoría de las familias, papá y mamá educan en la misma línea, con la misma voz y el mismo voto, y esto provoca que los niños también quieran tener voz y voto, como personas de pleno derecho que son.
-Para educar desde el respeto, lo primero que tenemos que hacer es respetar-
En este sentido, tenemos una gran responsabilidad. Debemos enseñar a nuestros hijos esas habilidades y destrezas que queremos que les acompañen a lo largo de sus vidas, habilidades que harán que vivan en un mundo mejor para todos.
Necesitamos que nuestro trato con la infancia sea respetuoso, y en este punto, no solo hablo de respetar las necesidades de los niños, porque caemos en la permisividad, en que los niños hagan y digan siempre lo que ellos quieran.
No queremos niños tiranos que exijan y solo miren sus derechos como si los demás estuviésemos a su alrededor solo para hacerles felices.
Cuando nuestros hijos sean adultos tendrán una serie de derechos y deberes. Tendrán libertad, pero también tendrán la responsabilidad de utilizarla con el compromiso que todo ciudadano debe tener para poder pertenecer a esa sociedad que entre todos creamos.
La responsabilidad al perder los nervios frente a nuestros hijos, es solo nuestra
Todos, sin excepción, hemos vivido momentos en los que nos cansamos de negociar con nuestros hijos y acabamos amenazando, chantajeando y gritando a esos seres que queremos de forma incondicional.
Para poder entender por qué ocurre esto si sabemos toda la teoría, sabemos las consecuencias negativas para nuestros hijos de estas acciones y contamos con herramientas para hacer las cosas de otra forma, es importante que seamos conscientes de que necesitamos conocernos, saber quienes somos, cómo hemos sido criados, educados, y detectar nuestras carencias, esas necesidades no cubiertas como niños y como jóvenes.
-Necesitamos sacar a la luz todas las heridas de nuestra infancia
y con esfuerzo, trabajo diario y constancia, trabajar mucho para sanarlas,
para poder ofrecer nuestra mejor versión a nuestros hijos-
Con la llegada de la maternidad aparecen muchas luces y sombras. Esto hace que necesitemos indagar sobre cómo ha sido nuestra infancia, adolescencia y cómo nos relacionamos hoy en día con las personas que forman parte de nuestras vidas.
Estamos muy desconectados de la infancia
Vivimos en un mundo adulto, una sociedad muy desconectada de la infancia, donde priman las necesidades de los adultos sobre las de los niños.
Necesitamos conocernos, pero también es fundamental conocer la infancia, nos hemos desconectado de la crianza y los ciclos de la madre naturaleza.
La gran mayoría de nosotros volvemos a tener contacto con la infancia al tener a nuestro primer hijo, por este motivo surgen los miedos, nos da miedo hacerlo mal, y si educamos desde el miedo, las cosas no van a salir bien.
Tenemos que educar desde el amor incondicional, pero teniendo claro que deben existir límites y normas. Las normas nos aportan seguridad, pero es necesario que exista un equilibrio, también necesitamos tener espacios donde tengamos autonomía, donde seamos capaces de decir esto no me parece bien, y nuestra palabra sea siempre tenida en cuenta.
¿Cómo podemos conseguir un equilibrio entre límites, normas, autonomía y respeto?
Sí se puede. Es posible establecer límites y normas sin caer en el autoritarismo.
Esto se consigue a través de la reflexión, sabiendo para qué establecemos esos límites y normas. Tenemos que hacerlo de forma consciente, coherente y siempre que sea posible, dialogando con nuestros hijos y teniendo en cuenta sus opiniones.
Otro punto fundamental es que tengamos claro que los límites y normas de casa, son para todos, sin excepción. No podemos exigir a nuestros hijos cosas que nosotros no somos capaces de llevar a cabo.
Somos sus modelos, siempre nos observan y aprenden a través de nuestros ejemplo.
Necesitamos aprender a controlarnos
Solemos pensar que nuestros hijos nos sacan de nuestras casillas pero debemos darle la vuelta y ser conscientes de que somos nosotros los adultos quienes tenemos que aprender a controlarnos.
Controlar nuestro carácter no es fácil. A veces quien entra en esa lucha de poder no es mi yo adulto, responsable y capaz de controlar sus emociones y no contagiarse, si no que entra en juego ese niño o niña herida.
Lamentablemente muchos de nosotros tenemos esas heridas de infancia, que no siempre se ven, pero están ahí, y como siempre te digo, es importante sanarlas poco a poco para volver a conectar con nuestro yo interno y así, poder ofrecer nuestra mejor versión.
-El autocontrol parte del autocuidado,
por lo que el autocuidado es la clave para ti-
Cuando decidimos traer una nueva vida al mundo lo hacemos de forma consciente, responsable y con libertad, adquiriendo el compromiso de acompañar y guiar desde el cariño, desde el acompañamiento pleno, desde esa consciencia de saber que tu hijo es un ser totalmente diferente a ti, con unas necesidades distintas y que está llamado a ser algo que ni siquiera en sus mejores sueños podría imaginar.
Por último me gustaría dejarte un último consejo. Cuando veas que estás saliendo de tu zona de calma, que estás empezando a gritar o amenazar a tus hijos, piensa que quizás estás dejando de lado esa parte de respeto hacia ti misma, ese cuidado personal tan necesario.
Pon el foco en ti, reflexiona sobre si te estás cuidando, si te has abandonado, si te dedicas tiempo, si prestas atención a tus necesidades y te cuidas en todas las áreas que debes hacerlo. Ahí tienes la clave que buscas.
Si te apetece profundizar un poquito más en todo esto que te he contado y poder disfrutar de la maternidad, en calma, tienes disponible el curso online Maternidad en calma y Educar sin gritos. Te animo a echarles un vistazo y si tienes alguna pregunta, no dudes en ponerte en contacto conmigo a través de info@educarencalma.com. Me tienes aquí al otro lado, para ayudarte.
¿Cómo decides acompañar a tus hijos? ¿Qué tipo de padre o madre quieres ser? Me encantaría que me dejases tu opinión en comentarios, qué has sentido al leer este post, si te ha hecho reflexionar, si te alienta a trabajar para ser tu mejor versión.
Un abrazo y gracias por estar aquí,
Photo by Josue Michel on Unsplash
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