Cuando tenemos niños es muy fácil que caigamos en la tentación de tener secretos con ellos para tener más confianza y un punto de conexión que no tienen con otras personas. Pero, como todo en esta vida, nos podría traer problemas.
¿Habéis pensado alguna vez cómo consiguen los abusadores tener poder con los niños? Es a través del chantaje emocional, de unirse a ellos a través de secretos y hablarles de cosas que no pueden contar a nadie. Poco a poco, el secreto se convierte en un problema para el niño, pues es muy pequeño para comprender que le están haciendo daño (físico o emocional) y romper esas cadenas que le unen con el abusador.
No quiero que penséis que no podemos tener secretos con los niños y ser cómplices con ellos en ocasiones puntuales pero hay que hacerles comprender cuáles son los secretos buenos y cuáles son los malos.
Yo siempre digo que un secreto bueno es aquel que le podemos contar sin ningún problema a papá y a mamá. Por ejemplo, es normal que si los padres están preparando el regalo de cumple para su cónyuge, hagan participes a los niños y tengan ese secreto. Y es un secreto bueno porque no oculta nada malvado y, si se escapa y se lo cuenta al cumpleañero, no tiene nada de malo (bueno, el factor sorpresa ha desaparecido, pero no es grave).
-Julián, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie. A nadie.
-¿Ni siquiera a mamá? – inquiere el muchacho a media voz
Su padre suspira, amparado en esa sonrisa triste que le persigue por la vida.
-Claro que sí -responde-. Con ella no tenemos secretos. A ella puedes contárselo todo.
Carlos Ruiz Zafón. La sombra del viento
Pero, si no se lo podemos contar a nuestros padres, es que ese secreto no es bueno y debemos hacer entender a los niños que deben decirle a papá y a mamá lo que les está pasando y con quién. Es un mecanismo de protección para que los niños tengan una fórmula para no caer en abusos de ningún tipo por parte de nadie. Como sabéis, un alto porcentaje de los casos de abusos sexuales y/o violaciones se producen dentro del entorno familiar (y profesorado) más directo.
Ya que nosotros vamos a confiar, de primera mano, de nuestros familiares directos, lo prudente es darles recursos a los niños para que puedan protegerse frente a estas agresiones, si puede ser, antes de que empiecen
Si un niño tiene claro cuándo se lo puede contar a papá o mamá y cuándo se lo debe contar, podremos estar “alerta” ante lo que nos cuenten nuestros hijos. Confiando en sus palabras y atendiendo su petición de ayuda, claro, para que no caiga en la anécdota y el olvido, el niño sienta que lo que está contando no tiene importancia y crea que lo que hace con el abusador es normal. Y, por supuesto, si notamos cualquier cambio en nuestros hijos de conducta, tristeza o apatía, deberemos estar atentos y analizar qué le puede estar pasando.
El diálogo es nuestro mejor aliado, hablar con ellos teniendo un tono de cercanía, confianza y seguridad es lo que mejor nos va a venir para que se sientan seguros y nos cuenten cualquier aspecto que les preocupe, guste o asuste.
Un abrazo y gracias por estar ahí