Hay muchas formas de educar, muchos caminos, pero no todos nos van a llevar al mismo puerto.
Tenemos que ser conscientes de que nuestras decisiones en relación a cómo nos vamos a relacionar con nuestros hijos van a afectar a sus emociones, sus sentimientos, sus pensamientos y, por supuesto, a su autoestima.
¿Dónde empieza la educación respetuosa, en nosotros o en nuestros hijos?
Sin ninguna duda, en nosotros mismos.
Al hablar sobre respeto mutuo siempre me gusta poner el símil del taburete porque creo que es muy clarificador.
Si nos imaginamos un taburete de tres patas, en la que cada una de ellas tiene que estar bien fuerte y asentada para poder sentarnos con seguridad en él, tendríamos que tener en cuenta:
- Yo te respeto a ti
- Tú me respetas a mí
- Yo me respeto a mí mismo/a
¿Tengo bien asentadas las patas de mi taburete? ¿Podría sentarme con seguridad en él? ¿Quizás hay alguna pata que deba revisar? ¿Por qué? ¿Qué cosas no he tenido en cuenta? ¿Qué necesito para que el taburete sea seguro?
Esto te toca trabajarlo a ti, reflexionar sobre tu situación actual, qué crees que debes empezar a cambiar y para ello, te recomiendo coger una libreta bonita y escribirlo a mano.
Al hablar sobre una mirada más respetuosa hacia la infancia, más conectada entre los miembros de la familia, tenemos que aceptar nuestra responsabilidad, la transformación interior que debemos llevar a cabo cada uno de nosotros.
“Pon el foco en ti, en cómo te sientes y en tus necesidades, ya que el cambio está en nosotros mismos”.
¿Qué tipo de padre o madre quieres ser? ¿Qué quieres conseguir? ¿Cuál es el peaje que estás dispuesto/a a pagar en cuanto a la educación de tus hijos?
Si te apetece, déjame en comentarios tu reflexión y esas dudas que te frenan a dar el paso, estaré encantada de ayudarte.
Un abrazo y gracias por estar aquí,
