#UnCasoReal: En el parque también se educa

FECHA

Ha llegado el viernes y, como llevo haciendo unas semanas, vamos a analizar un caso que ha llegado a la bandeja de entrada. Si tienes cualquier pregunta o duda sobre cómo afrontar alguna situación con tus hijos (entiendo que los profes ahora ya están sin chicos 😉 ), puedes ponerte en contacto conmigo a través del formulario de contacto o del mail directamente.

Os cuento un poco el caso que he recibido. Entiendo que muchos padres –si no todos-, hemos pasado por alguna situación así en algún momento y me gustaría que este ejemplo sirviera para reflexionar sobre qué mensajes les mandamos a nuestros hijos.

El caso concreto dice que la familia al completo (padre, madre y dos niños de 3 y 1 año) va al parque y allí se encuentran con un amiguito un par de años mayor que hijo mayor. Para mantener el anonimato vamos a llamarlo D. El amiguito está con otros niños de su misma edad y, cuando el grupito de niños ven que se acerca D. comienzan a acorralarlo y zarandearlo, sin mediar palabra. A pesar de los intentos de los padres de D. por jugar con su hermano y dejar a esos niños mayores, D. quiere estar con su amigo mayor, el cual ni lo defiende ni le presta demasiada atención.

Los padres de todos esos niños están presentes en el parque pero siguen hablando sin decir absolutamente nada a sus hijos.

El padre de D. comienza a jugar con un balón de fútbol con el pequeño despertando el interés de los mayores que se abalanzan sobre el balón y se lo quitan al pequeño, como era de esperar. El padre les dice que está jugando con él un niño mucho más pequeño, pero ellos no atienden a nada. En esta ocasión, D. sí se muestra más altivo y les dice que ese balón es suyo y que no se lo deja, pero estos, lejos de aceptar la decisión del dueño, le dan una patada al balón.

Los padres de los chicos, como podéis imaginar, siguen haciendo caso omiso ante las faltas de respeto y consideración hacia todos. Podría continuar con el caso, pero seguiría contándoos como estos niños siguieron quitando juguetes al resto de los niños del parque, sin mediar palabra y ninguneando la propiedad privada de los niños.

Y ahora es cuando comenzamos el análisis de esta situación. Como madre os diré que son situaciones que me molestan profundamente. Niños con 5/6/7 años, como es este caso, tienen razonamiento suficiente como para comprender si te prestan o no un juguete, además de que la fuerza ejercida por cualquiera de estos niños hacia un pequeño de 3 años, puede hacer daño de verdad.

Las agresiones físicas no se deberían tolerar en ningún caso, nunca. Y si los padres no prestan atención a sus hijos, tendremos que tomar la palabra y no consentir, bajo ninguna circunstancia que agredan al nuestro. Entiendo que hay una parte de “presión social” por el hecho de no “sobre-proteger” a los niños. Pero si hay un abuso, debemos denunciarlo y, en el parque, algo habrá que decirles.

El parque es un lugar de ocio, al aire libre, con multitud de posibilidades pero, en muchas ocasiones, es el lugar en el que los padres van a charlar mientras los hijos “hacen lo que quieren”. Y puntualizo: no creo que debamos ir detrás de los niños para todo. Tienen que ir teniendo su espacio, creando su identidad, llegando a acuerdos entre ellos… Pero, en muchas ocasiones, necesitan que vayamos orientando cómo gestionar momentos “de crisis”.

Y los padres debemos estar atentos al comportamiento de nuestros hijos. No consiste en no dejar que den un paso. Consiste en estar atentos, disponibles y accesibles para ellos. Tampoco quiero que penséis que debemos ser “monitores” con los niños y plantearles actividades. Habrá días en los que nos apetezca jugar con ellos y a ellos con nosotros; pero habrá otros en los que ellos quieran estar con otros niños y no pasa nada.

Creo que para los padres del niño agredido siempre es más difícil poner de manifiesto estas actitudes de los agresores por la “presión”, pero ya os digo, si los propios padres son los que no atienden a sus hijos, NUNCA permitiremos que los otros niños se vayan sin habernos escuchado. No se trata de gritar o de montarles un pollo a los niños. Consiste en acercarnos y explicarles a los niños que lo que han hecho está mal, que eso no se hace, que es una falta de respeto hacia un niño que es más pequeño que ellos y que no vamos a tolerar ningún tipo de actitud violenta en el parque.

¿Por qué?

  • Porque si no lo hacemos, nuestro hijo pensará que es normal lo que le han hecho los mayores y, cuando él se vea en la situación de ser mayor, lo hará igual.
  • Además, pensará que la violencia es la forma de conseguir lo que uno quiere.
  • Y porque las injusticias hay que denunciarlas siempre.

No es raro escuchar a padres que han dejado de acudir a algún parque o zona recreativa porque los padres pasaban de todo y los “mayores” se comportaban mal con los pequeños. No es justo que un lugar que es para divertirse se convierta en un pequeño infierno para los niños ni para sus padres.

¡Ah! Yo también hablaría con los padres de esos chicos para ponerles de manifiesto las actitudes que tienen sus hijos. A veces los padres no ven lo que tienen delante ya sea porque no están presentes o porque prefieren mirar hacia otro lado. Pero el resto sí lo vemos, y educamos todos, no lo olvidemos.

Espero que a D. no le vuelva a pasar nunca más y, si le pasa, pues espero que estos consejillos les vengan bien a sus padres.

Un abrazo y gracias por estar ahí,

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