Parece que fue ayer cuando inaugurábamos este blog y ha pasado más de mes y medio en el que, día a día, os hablamos sobre educación y niños. Cada día he intentado daros pinceladas sobre educación, mostrándoos las partes más nobles de la infancia, aprendiendo a relajarnos y a educar en calma. Hace un mes os animaba a los padres con una lista de tareas para este verano. ¿Cómo las lleváis? Nosotros las vamos haciendo, poco a poco, con calma, pero sin prisa ni pausa. Y hace quince días os hablaba sobre regalar experiencias a vuestros hijos, ¿lo recordáis? Así que hoy os voy a hablar de un descubrimiento que hemos hecho en familia y que nos ha gustado de verdad.
Siempre os digo lo mismo, somos modelos de buenas conductas y es importante que hagamos cosas para que nuestros hijos las vean como algo positivo y las integren en sus vidas. Si nosotros, como adultos, participamos todos en las tareas de la casa, los niños no verán que hay tareas de mujeres u hombres. Si hacemos deporte, es normal que ellos quieran practicar alguno –aunque no sea obligatoriamente el que nos guste a nosotros-. Por eso, si queremos que los niños vean lo saludable que es el deporte y el cuidado del cuerpo –no la obsesión por tener cuerpos esculturales, sino la práctica deportiva como seguro de vida- será más sencillo que ellos quieran hacerlo.
Cuando Álvaro cumplió dos años, le regalamos una bicicleta sin pedales, de las de equilibrio, para que comenzara a montar y a disfrutar en cada trayecto. Al principio iba pegado a nuestro lado, caminando y empujando la bicicleta, mientras sus pequeñas piernas daban pequeños saltitos.
Con el paso del tiempo empezó a dejarse llevar, a deslizarse y a controlar la bicicleta, los giros, el manillar, la velocidad que cogía y el frenado. Así fue como empezó a demandarnos paseos más largos, escapadas por carriles bici e incluso que nosotros tuviéramos también bici para ir con él.
La única dificultad que le veía a este asunto era que teníamos otro pequeño y no me veía capaz de dar pedaladas con un pequeño en la mochila o el fular -y no creo que esté permitido-, así que decidimos esperar un poco. Con el paso de los meses, Diego creció y era capaz de ir sentado en un portabebés para bici, pero el problema que le veía, esta vez, era el peso que se añadía atrás para pedalear.
iBert tenía una solución para ello: colocar el portabebés delante de tal forma que mantienes a tu bebé controlado mientras pedaleas y no llevas peso detrás, por lo que dar pedaladas es fácil y cómodo.
El sistema de agarre que tiene esta silla es muy sencillo y en pocos minutos lo tenemos instalado en la bicicleta –la he instalado yo y no se mueve- gracias al montaje seguro en forma de T.
Está indicado para niños que sean capaces de mantenerse sentados derechos con la cabeza en vertical llevando casco, así que no se recomienda para menores de 9 meses. En el caso de niños con un desarrollo cuestionable, lo mejor es consultarlo con un médico. Tampoco se puede usar más allá de los 17 kg de peso, aunque aguantaría más peso. En el caso de mis hijos será hasta los cuatro años más o menos, pero porque son peso pluma 🙂 Lo que realmente define el tiempo de uso será la altura, que está diseñado hasta los 105 cm.
Lo bueno es que se puede montar en cualquier bicicleta, desde las de paseo a las de montaña y practicar deporte con los niños mientras los tenemos a nuestro alcance y vista. El pedaleo es cómodo –a mí me encantó, de verdad, sobre todo, la sensación de no llevar peso adicional del que “tirar” (y eso que estoy embarazada de seis meses y medio y se va notando el peso (y el volumen) extra-, pero si a vosotros no os lo pareciera, la empresa se compromete a la devolución íntegra del importe de la silla. La iBert está homologada tanto en España como en Europa y posee el certificado EN-14344, algo que da mucha seguridad, ¿verdad?
De todas formas, hay cosas que se mantienen como que, tanto el conductor como el pasajero, llevemos puesto el casco, mantengamos la distancia de seguridad, indiquemos hacia dónde vamos a girar… Vamos, lo normal al coger una bici.
Hay cosas que parecen lógicas pero que nunca viene mal recordar:
- No se recomienda que el niño lleve comida, bebida o juguetes mientras va montado.
- Tampoco se recomienda que ninguna parte del cuerpo o ropa del niño entre en contacto con partes móviles de la bicicleta.
- No dejar al niño subido en la silla si no estamos con él: ni apoyado en nada ni con pata de cabra ni un momentito
- El arnés de seguridad se lleva siempre bien puesto.
- Los niños son muy sensibles a los rayos UV del sol, así que prestemos atención a su ropa, usemos protectores solares y gafas de sol
- Los niños deben ir con algo más de ropa que el conductor. Pensemos que nosotros estamos activos mientras pedaleamos, pero el niño no.
Con la iBert el pasajero puede ir un poco entretenido mientras mira el paisaje y “conduce” con el volante. Mis hijos solo querían que fuera más deprisa y así ser ellos Fernando Alonso 😀
Os dejo unas fotos para que veáis cómo lo pasamos montando en bicicleta en familia –con perra incluida-.
Un abrazo y gracias por estar ahí,