Hoy vengo a hablarte de heridas, y no de las que nos podemos hacer al jugar con nuestros hijos o preparar la cena, sino de heridas emocionales.
Una pesada carga que todos llevamos en nuestras mochilas y en mayor o menor medida, nos afectan, nos condicionan y nos impiden vivir y disfrutar de una vida plena y feliz.
Algo que llevamos en nuestro interior, de lo que no solemos ser muy conscientes, no le damos (o no le queremos dar) mucha importancia, acabamos aceptando nuestra personalidad y la vamos sobrellevando lo mejor que podemos.
Hay quien intenta mejorar y va trabajando eso que no le gusta tanto, pero tenemos que reconocer que la mayoría de nosotros nos acabamos conformando y en cierta manera, “aceptando” como creemos que somos…
Hasta que nos convertimos en mamá o papá
Hasta que vemos el positivo en el test de embarazo y empezamos a reflexionar, a cuestionarnos cómo queremos educar a nuestros hijos. Porque si algo tenemos claro es que queremos lo mejor para ellos y deseamos desempeñar este nuevo trabajo que nos acompañará a lo largo de toda nuestra vida dando lo mejor de nosotras mismas y de la mejor manera para nuestros hijos.
Ya no nos conformamos con lo que “se ha hecho toda la vida” y cada vez somos más los padres que formamos parte de esta revolución, de esta generación bisagra dispuesta a apostar por el cambio, por el respeto mutuo, la confianza, la conexión y las relaciones horizontales.
Porque si nos paramos a pensar en cómo queremos que sean nuestros hijos dentro de 20 o 30 años, qué valores queremos que tengan, seguro que todos coincidimos en que queremos que sean unas personas libres, con un autoestima fuerte, una buena salud emocional, felices, empáticas, honestas, resilientes, con criterio propio…
Tenemos mucha información a nuestro alcance, por lo que todos, aunque sea de pasada, hemos escuchado o leído algo sobre nuevas corrientes educativas, educación positiva, respetuosa…
Hemos oído hablar sobre las consecuencias negativas del autoritarismo, las luchas de poder, los castigos, chantajes y amenazas, que es posible educar sin gritos y ahí nos planteamos el por qué no intentarlo.
Pero, ¿por dónde empezamos?
Porque si nos miramos a un espejo, si echamos la vista atrás y analizamos nuestra infancia, seguro que te das cuenta que con ese autoritarismo, con esas herramientas que han usado con nosotros, no se consigue que todas esas características y valores que queremos para ellos se hagan realidad.
Por lo que si queremos cambiar nuestra forma de educar, si queremos conseguir esa educación democrática, basada en la conexión y el respeto mutuo, debemos empezar por nosotras mismas, por respetarnos, valorarnos y cuidarnos. De ahí que siempre respondo igual ante esta pregunta, porque no tengo ninguna duda, si queremos educar bien, debemos sentirnos bien y cuidarnos mientras cuidamos, así que para conseguirlo, también es importante sanarnos.
El primer paso es poner el foco en ti. Y no me valen las excusas del trabajo, las obligaciones, ese no tengo tiempo, no tengo recursos, no sé por dónde empezar…
Cada pequeño paso que vamos dando, cada libro, cada post del blog que lees, cada taller al que te apuntas, cada podcast, cada masterclass gratuita… ¿Van a conseguir con eso un cambio radical de un día para otro? No, ya te adelanto que así no lo vas a conseguir, porque hace falta un trabajo mucho más profundo.
Además, para romper con todo lo anterior y educar de forma democrática no nos vale con conocer sólo la teoría, también hay que saber llevarlo a la práctica correctamente, pero sí es cierto que todo te va nutriendo y formando, por insignificante que te parezca, te devuelve el foco, te va llevando por ese camino y ese tipo de educación que quieres para tus hijos.
Y aunque te equivoques mil veces, poco a poco irás puliendo y cada vez haciéndolo mejor. Hace unos días leí una publicación sobre el método Kaizén que muchas empresas están implementando. Una filosofía que nos alienta a mejorar un poquito cada día, porque por muy pequeño que nos parezca cada paso, ese poquito diario nos hará conseguir grandes cosas e irá fraguando los cambios que nos acercan cada vez más a nuestra meta.
“Sin preocuparte por lo lejos que veas hoy tu destino, solo enfocándote en avanzar ese poquito diario”.
El momento de tomar acción es AHORA
Sin excusas, sin peros, sin es que…
Es el momento de mirar en tu interior, identificar las heridas que tienes dentro de ti, abrazar a esa niña que llevas dentro y empezar a trabajar poquito a poco en sanar todas esas heridas que afectan a tu bienestar, tu salud, tu calidad de vida y la relación con tus seres queridos.
Porque esas heridas, aunque no lo creas, también están afectando al correcto desarrollo de tus hijos, a sus miedos, a sus inseguridades y a esa personalidad que día a día se está construyendo, absorbiendo de nosotros, sus referentes, lo bueno y lo no tan bueno.
Además, conocer los cimientos que han moldeado la persona que eres hoy en día, las consecuencias que tendrá en el futuro de tus hijos cada una de tus palabras, de tus acciones, te va a dar el impulso que necesitas para esforzarte en conseguir ese cambio educativo que tanto deseas.
No es un trabajo fácil, requiere tiempo y mucho esfuerzo, pero merece muchísimo la pena, tanto para ti, como para tu familia y la salud mental de los pequeños de casa.
Algo que a todos nos preocupa, pero no a todos nos ocupa, porque honestamente, ¿estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para cuidarla?
Para que no sufran la falta de autoestima, merecimiento o reconocimiento personal propio, tristeza infinita, desconexión o evasión de la realidad a través de sustancias que van desde el alcohol hasta pastillas para dormir y que muchos de nosotros vivimos en nuestra propia piel.
En el siguiente enlace te dejo acceso directo a un post que escribí hace un tiempo sobre las 5 heridas emocionales de la infancia que persisten en los adultos, un gran punto de partida para aprender a identificarlas, reconocerlas dentro de ti, cómo afectan al desarrollo de una persona y qué puedes hacer para sanarlas y evitar replicarlas en tus hijos, ¡no te lo puedes perder!
Y para finalizar, si han resonado dentro de ti mis palabras y crees que necesitas ayuda, si sientes que ha llegado tu momento y quieres dejar todo eso atrás, aquí puedes concertar una sesión de valoración conmigo para analizar tu caso concreto y averiguar cómo puedo ayudarte a trabajar en tu mejor versión.
Si tienes alguna duda, recuerda que estamos a tu disposición a través de WhatsApp en el 613055799 o el correo electrónico info@educarencalma.com
Ha llegado tu momento, estás a tiempo de que este año quede en tu memoría por ser el año en el que decidistes invertir en ti, en tu salud emocional y la de tu familia, el mayor regalo que puedes hacerle a tus hijos.
Un abrazo y gracias por estar aquí,
Foto de Klara Kulikova en Unsplash