Estoy segura que NO es una de las palabras que más escuchan nuestros pequeños/as a lo largo del día.
«No toques eso, no te subas ahí, no corras, eso no se come…»
Para comprobarlo, te animo a que anotes en una libreta o las notas del móvil todas las veces que le dices NO a tu hijo a lo largo del día, ¡seguro que te sorprende el resultado!
Además, me gustaría que hicieses el ejercicio de ponerte en su lugar y ver cómo te sentirías y reaccionarías si alguien estuviese todo el día diciendote NO, NO, NO… ¿Crees que lo aceptarías sin rechistar? ¿Te rebelarías? ¿Harías lo contrario a lo que te dicen?
En la mayoría de las ocasiones, los adultos damos por supuesto que cuando les decimos NO nuestros hijos/as saben qué es lo que esperamos de ellos, pero nada más lejos de la realidad.
Sé que detrás de esos noes hay una necesidad por tu parte de garantizar su seguridad y su bienestar pero quizás no sabes cómo puedes hacerlo de otra forma…
Así que, ¡te animo a traducirlos!
¿Cómo? Buscando la fórmula en positivo de lo que quieres o esperas que haga tu hijo/a con la información que le das.
Te pongo un ejemplo:
En lugar de decirle «no toques ese enchufe», dile «cariño, tocar el enchufe es peligroso, ten cuidado».
¿Notas la diferencia? ¿Te animas a intentar la nueva fórmula que te propongo? Déjame en comentarios el resultado si lo pruebas, ¡me encantará leerte!
Si necesitas ayuda para entender y aprender a gestionar las necesidades de tu hijo, siempre desde el respeto, sin dejar de lado las tuyas, recuerda que nos tienes aquí a un clic de distancia para analizar tu caso concreto y encontrar junt@s la solución que mejor se adapte a tu situación particular.
Un abrazo y gracias por estar aquí,