En muchas ocasiones me escriben mamás embarazadas preguntándome cuándo deben empezar a Educar en Calma, si es demasiado pronto para realizar alguna de mis formaciones y si hacen bien en ir preparándose de cara a ese nuevo trabajo que les acompañará el resto de su vida, la maternidad.
Algo que a mí personalmente me llena de alegría, ya que es un gran paso reflexionar sobre el tipo de crianza y de educación que queremos para nuestros hijos y el tipo de madre o padre que queremos ser.
Y es que, desde que vemos el positivo en el test de embarazo empezamos con pruebas médicas, nos informamos sobre las cositas que necesitamos para el bebé, cuál es el mejor carrito, el mejor portabebés, incluso hacemos un curso de preparación al parto ¡que está genial!
Una mujer embarazada necesita información de calidad y cuanta más información posea, más tranquilidad y seguridad tendrá a la hora de tomar sus decisiones y afrontar la maternidad.
Pero… ¿Por qué no ocurre lo mismo con la educación de nuestros hijos? ¿por qué nadie nos enseña cómo debemos hacerlo o, al menos, las opciones que tenemos disponibles?
Una vez termina el parto, pasamos aproximadamente una media de 48 horas en el hospital y a partir de ahí, desde ese momento que llegamos a casa, nos quedamos solos mamá y papá (o el modelo de familia que tengamos) y aparecen todas las dudas ¿ahora qué hacemos? ¿lo estaremos haciendo bien? ¿cuándo y cómo empezamos a educar?
Tenemos una gran labor por delante, muchas reflexiones por hacernos, mucho trabajo personal sobre cómo queremos educar, qué metodologías se amoldan más a nuestra familia y cómo quieres que sean tus hijos en el futuro.
Por este motivo, mi respuesta es que se empieza a Educar en Calma desde el positivo en el test de embarazo, o incluso antes, porque estaría fenomenal que pudiésemos mantener esa conversación con nuestra pareja antes de pensar en tener hijos y poner en común vuestras ideas y valores para ver si camináis en la misma dirección, cuestiones como cuántos hijos queréis tener cada uno, qué modelo de crianza os gustaría tener, qué valores querríais en vuestra familia…
Una conversación que si todos tuviésemos en los inicios, nos quitaría muchos malos entendidos, disgustos y sorpresas en el futuro.
Pero ten claro que nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para informarnos, reflexionar, mirar en nuestro interior, sacar eso que llevamos en nuestras mochilas de infancia e intentar sanar a ese niño o niña que llevamos dentro.
Para finalizar me gustaría que me respondieses, que reflexionaras sobre la siguiente pregunta, ¿cómo te gustaría que te recordasen tus hijos cuando ya no estés? Si te apetece, déjame tu reflexión en los comentarios.
Un abrazo y gracias por estar aquí,