Adiós 2020…

FECHA

Empecé 2020 pensando que sería mi año, que muchos proyectos que tenía en mi mente y en mi corazón verían la luz y, de hecho, así empezó todo. Talleres nuevos, talleres por España, colegios, AMPAS, centros que se ponían en contacto conmigo… una bendita locura que me hacía feliz.

Los niños en su cole locos de contentos, mi marido con sus clases y alumnos, el pequeño Pablo creciendo sin permiso y a toda velocidad, y yo sintiéndome pletórica porque estaba donde quería estar, haciendo lo que quería hacer…

También empecé el año con algún disgusto, no penséis que todo era de color de rosa. Tuve que decir adiós a personas que siempre tienen excusas para no hacer su parte, incluso no atendiendo sus compromisos. Mi asunto en este caso era dejar ir y así fue.

Y llegó el covid y con él, muchos miedos, incertidumbres, temores…

Aún recuerdo cómo empezaron a llegarme mensajes desde Italia a través de las redes sociales: «Ely, meteos en casa, enciérrate con tus hijos, lo que hay es brutal»… No sé si estaba muy ciega o es que me creí lo que nuestros políticos (y médicos, que en redes los he visto) nos decían: «es una gripe, estad tranquilos, no pasa nada».

La cuestión es que en medio del cumpleaños de Pablo, el ambiente se iba caldeando, en cuestión de horas nos cerraron los colegios y ahí me vi, con cuatro niños, mucho trabajo, muchas dudas, muchos planes y muchas cosas que conjugar.

La realidad supera la ficción, siempre

Superados, cansados, agobiados,… así recuerdo esos días de confinamiento extremo. Todo eran malas noticias, siempre. Tuve que dejar de ver las noticias por salud mental. Tuvimos que tirar más de pantallas de lo que me gustaba, esa es la verdad. Tuvimos que tomar decisiones, jugar a juegos sencillos, vincularnos con cariño y con sostén.

Hice directos con niños rodeándome, preguntándome cosas, atendiendo discusiones… y salimos adelante.

Y sentí que me venía abajo, que mi mente se agotaba, que mi alma estaba fundida… y respirar una hora al día en el campo me dio alegría, fuerza, ganas de volver… Y sentí injusticia, rechazo por moverme con niños -a los pobres los miraban al principio como si fueran extraterrestres-.

Querido 2020, hoy que te vas te digo… gracias

Gracias 2020. Has sido un año de descubrimiento personal. Jamás pensé que podría sufrir tanto y resurgir de mis cenizas. Jamás pensé que podría llevar a cabo ideas que tenía en mi corazón sin salir de casa. Jamás pensé que pudiera ser tan feliz con tan poquitas cosas.

He echado de menos los abrazos, el contacto con la familia y, sin embargo, los he sentido más cerca que nunca. He sentido que lo importante es lo importante y que el resto, puede esperar.

He visto como mis hijos han crecido mucho y no solo físicamente, aceptando una realidad que muchas veces pesa, duele y, sin embargo, aceptan porque piensan que es lo mejor para todos.

He sentido emoción cuando salíamos a aplaudir, cuando podíamos empezar a dar pequeños paseos, he sentido que la fuerza de las madres y los padres hizo que cambiaran las cosas (por ejemplo, cuando se anunció que podríamos salir con los niños a la farmacia o al banco).

He sentido apoyo, aliento y empatía cuando un grupo de mujeres madres maravilloso empezó a tomar café cada día durante el confinamiento para tener ese rato de autocuidado, contacto social y ser sostén de otras personas.

He estudiado, he aprendido, he crecido… jamás había pasado tantas horas con mi marido, 24 horas durante muchas semanas sin despegarnos, conciliando trabajos, niños, casa, ropa… y me he enamorado aún más de él, valorando su entrega, su sonrisa y su sentido del humor.

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2020 te vas, aunque en mi memoria te quedarás

2020 ha sido el año se han hecho realidad varios sueños:

  • Salió publicado mi primer libro. En 2019 la editorial Teconté se puso en contacto conmigo y comencé un período de escritura, miedos, dudas, escritura… mi editora siempre ha estado ahí, con paciencia, con cariño y con mucha ilusión que me ha transmitido con gran cercanía. Gracias, María José.
  • Uno de los objetivos que tenía a principios de año y que en marzo sentí que no podría llevar a cabo salió adelante: el I Congreso Educar en Calma. En mayo estaba bloqueada, no sabía si hacerlo o si dejarlo ir, pero me conecté con un propósito aún mayor a mí misma. Las familias, en todo el mundo, necesitaban un poco de luz y sabía que ayudar me sentaría bien. Hice llamadas y, sin ser consciente de la que se me venía encima, continué con el proceso que inicié en enero marcando pautas, fechas, grabaciones, edición, preparativos y un sinfín de tareas que hay que poner en funcionamiento para que todo esto vaya bien. Conté con 48 ponentes que para mí eran personas que podían ayudar, aportar en la tarea de la crianza y la educación de los niños y estoy muy agradecida de su «SÍ, QUIERO» que me dieron inmediatamente.
  • Re-lanzamos el curso «Educar sin Gritos«, con grabaciones nuevas, nuevos formatos, plantillas, documentación para que fuera mucho más que un curso online, una transformación en la vida de las personas a las que llegamos y ha sido maravilloso tener a tantos y tantos alumnos que nos siguen dando las gracias… gracias a vosotros siempre.
  • Hicimos el club de lectura, talleres de Navidad consciente, el grupo de telegram para llevar un #Advientoencalma con planes diferentes.
  • Hemos dado talleres con BabySuite con la misma ilusión y alegría. De hecho, hasta me compré un ambientador como el que usan allí para tener ese recuerdo al entrar en los talleres que hacía en colaboración con Paula Camarós. Gracias por seguir confiando en mí, son tantos años ya trabajando con estas familias bonitas.
  • Hemos dado talleres en centros educativos y AMPAS. Gracias a todas las personas que habéis llevado a Educar en Calma a vuestras familias. Gracias por ayudarme a sembrar bonito. La cosecha será aún mejor.

Gracias especiales

  • Gracias a mis hijos, mi motor principal de vida. Gracias a mi marido, por ser sostén, aliento, alegría y calma. ¡Gracias por un año que termina con ilusión y entrega!
  • Gracias a todas las familias, parejas y personas que han querido ser acompañadas por mí. Un honor y un placer acompañaros en este viaje.
  • Gracias a las personas que me habéis ayudado con aliento, con cariño, con entrega… no tendré vida para poder devolveros lo que habéis hecho por mí.
  • Gracias a mi familia extensa. Os he echado de menos y recuperaré el tiempo, lo prometo. Gracias por la ayuda, la presencia -incluso sin estar presentes-, las compras del pan, aguacates y los tuppers de cocido y tortilla. Hay formas de estar sin estar y este año lo hemos conseguido.
  • Gracias por las gracias, por escribirme un correo y dedicarme vuestro tiempo a saber qué os ha parecido lo que he escrito, lo que he compartido, lo que he dado… gracias por la educación, el respeto y el agradecimiento.
  • Gracias a mi abuela que es ejemplo de aceptación, de entrega y de ilusión. A veces siento que «vive» durante los 10 minutos de recoger a los niños y de contarlo cómo lo han pasado en el día de hoy. Y eso también está bien. Aún te necesitamos, yaya, así que aguanta, que pronto tendrás muchos abrazos calentitos

2021

Aún no has entrado y ya te estamos pidiendo cosas. ¡Cómo somos! En mi caso solo quiero contarte que venimos de un año duro, que hemos tenido muchas pérdidas, las que más duelen son las humanas, claro. Que estamos todos un poco tocados y que necesitamos mantener la ESPERANZA.

No te pediré milagros, solo que nos des tregua, que nos permitas sentir que todo mereció la pena y que podamos tener un poco de calma.

A ti que me lees, te deseo una feliz salida y entrada de año. Espero que el 2021 nos traiga mucho amor, toma de consciencia y todo lo que merecemos.

Un abrazo y gracias por estar aquí,

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Elisa Molina

Experta en Educación Humanizada. Maestra, coach de familia y experta en Altas Capacidades. Conferenciante y ponente internacional. Autora del libro "Educar en Calma", ed. Teconté; y los cuentos "Con un susurro basta" y "Cerebro de monito", ed. Carambuco. Fundadora de Educar en Calma. ¿Cómo quieres que te recuerden tus hijos?
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